Don Bosco visita Mornés
Meditando estaba Don Bosco en todo esto cuando se encontró en el tren con el Padre Pestarino, quien le contó que en su pueblo de Mornés tenía un grupo de muchachas muy fervorosas, las cuales estaban haciendo respecto a las niñas, lo mismo que él estaba haciendo en Turín por los muchachos. Y lo invitó a que fuera a encargarse de dirigirlas. Al santo le pareció formidable la idea, y anunció que pronto iría a visitar aquella bella obra.
En la vida de Mazzarello hay una fecha que jamás podrá olvidar, porque marcó para siempre el rumbo de su vida. Es el 7 de octubre de 1864, el día en que San Juan Bosco fue por primera vez a Mornese. Aquella fue una fecha emocionante e inolvidable. Todo el pueblo salió a recibir al santo y a sus jóvenes alumnos que con una alegre banda musical venían a visitarlos. En bellísimo caballo blanco entró Don Bosco por las calles de la población, adornadas con flores y banderas. Los hombres habían ido a varios kilómetros de distancia a encontrarlo, y las mujeres y los niños llenaban las calles y gritaban vivas y aplaudían. Todos estaban convencidos de que era un hombre de Dios, un gran santo. Y además era extraordinariamente amable y alegre, y amigo de los niños y de los pobres. Mazzarello no había visto nunca a Don Bosco, pero esa noche, apenas le oyó su primer sermón quedó encantada y llena de admiración. Y en esos días siempre que el santo hablaba, ella se colocaba en las primeras filas para oírle mejor y no perderle palabra alguna. A sus compañeras que la reprendían por meterse allá entre ese montón de hombres a escucharle, ella les decía: "Es que mi corazón me dice que es un santo, y a los santos no se les puede perder palabra". La amistad con Don Bosco hizo crecer a pasos agigantados en santidad a la muchacha de Mornese. Don Bosco constató que aquellas muchachas que dirigía el Padre Pestarino eran excelentes candidatas para ser religiosas, y con ellas fundó la Comunidad de Hijas de María Auxiliadora, o salesianas, que hoy en día son más de 16.000 en 75 países, y su Congregación es la segunda en número en todo el mundo. El santo fue a comunicarle la bella noticia al Santo Padre el Papa Pío IX, el cual la aprobó con gran alegría y así el 5 de agosto de 1857 nació oficialmente esta gran congregación religiosa a la cual Don Bosco declaró "Monumento de gratitud a María Auxiliadora".
Para Don Bosco el encuentro con el apostolado de María Dominga y sus amigas fue la oportunidad de dar vía al desarrollo de la parte femenina de su carisma. Después de consultar varias personalidades acerca de ello, el santo educador dijo a los salesianos que el nuevo instituto debía llamarse "Hijas de María Auxiliadora" porque el mismo debía ser un "monumento viviente a la Virgen" y su propósito debía ser el mismo de la Congregación Salesiana pero dirigido a las muchachas, es decir, prepararlas para la sociedad y salvar sus almas.
Un colegio para muchachos
María Dominga y sus compañeras irían a experimentar las primeras pruebas a su compromiso. Al igual que los primeros muchachos que se hicieron salesianos con Don Bosco y muchos de los cuales no habían tenido la intención de ser religiosos, el grupo de María Dominga, de gran devoción y caridad, tampoco tenían en la mente el de ser hermanas. Por otra parte, en Borgo Alto (Mornés) se estaba construyendo un colegio para varones con la ayuda de la gente del lugar, pero tanto lo de ser hermanas como lo que sería el colegio, quedaría en manos de Don Bosco.
Cuando el padre Pestarino les comunicó a las jóvenes la intención de Don Bosco de fundar un instituto religioso con ellas, María Dominga no sólo se mostró feliz con la idea, sino que ayudó a persuadir a sus compañeras. A partir de 1869 Don Bosco comienza a moldear el Instituto con reglamentos y cartas.
El 23 de mayo de 1872 el primer grupo de hermanas fue enviado por Don Bosco al recién terminado Colegio de Borgo Alto, pero dicho acto fue visto mal por la comunidad que esperaba que el colegio fuera masculino y que Don Bosco enviaría salesianos.